Oír bien es vivir mejor

La presbiacusia es el término utilizado para definir la pérdida gradual de audición que ocurre con la edad, un proceso natural relacionado con el deterioro de las células del oído interno. Esto afecta a millones de personas en todo el mundo y puede tener consecuencias que van más allá de la dificultad para oír: desde el aislamiento social y la depresión hasta un mayor riesgo de deterioro cognitivo.

Los síntomas suelen avanzar de manera progresiva y muchas veces el diagnóstico llega tarde porque se suele asociar al proceso de envejecimiento, sin embargo, también hay problemas de audición que nada tienen que ver con la edad

Entonces ¿Cómo podemos atajar la pérdida de oído desde una etapa temprana? ¿Cuál es la mejor opción para hacer una revisión auditiva?

Atención personalizada paso a paso

Cuando aparecen los primeros síntomas de pérdida auditiva, el médico de cabecera es el encargado de valorar la situación y derivar al paciente al especialista en otorrinolaringología. Tras la evaluación correspondiente, este profesional puede remitir al paciente a un audioprotesista en un centro auditivo, donde se realizarán pruebas específicas para determinar el grado de la pérdida y las posibles soluciones.

Dentro de esta cadena, hay un gran número de profesionales que trabajan día a día para hacer este proceso lo más llevadero posible. Es el caso de Miaudífono, un servicio que nació como un proyecto divulgativo después del Covid, centrándose en aportar recursos informativos sobre audífonos, ayudas auditivas y cuidados del oído.

La idea fue evolucionando con el tiempo y posteriormente empezaron a desarrollar colaboraciones con centros auditivos especializados. Ahora, actúan como intermediarios entre el paciente y los centros auditivos, ofreciendo un proceso completo de atención al paciente que está dividido en las siguientes fases:

  • Registro inicial en la plataforma: Pueden hacerlo tanto pacientes como familiares.
  • Entrevista telefónica donde se realiza una evaluación de historial, así como las necesidades e inquietudes del paciente potencial.
  • Audiometría gratuita: Evaluación de una hora aproximada de duración en una cabina insonorizada con un audioprotesista donde también pueden realizarse otras pruebas complementarias. Se recomienda siempre acudir acompañado de un familiar.
  • Según el resultado de la audiometría, se da un presupuesto del audífono que se necesite. La gama del audífono se adapta al tipo de pérdida auditiva, que puede ser leve, moderada o grave.
  • Periodo de prueba y ajustes continuos del audífono: Entre 7 y 30 días se utiliza en casa para adaptación con sonidos domésticos.

Este periodo de compra suele demorarse aproximadamente un mes. Las diferentes pruebas y los altos precios de estos aparatos provocan que conseguir un audífono no sea tan rápido como el proceso de compra de, por ejemplo, unas gafas. Los expertos entienden que, aunque sea una cuestión de salud, también es un desembolso económico importante al que hacer frente, ya que los precios varían desde los 1000 hasta los 2500 el más caro.

Una vez conseguido el audífono, ya es el propio centro quien se encarga de la limpieza, mantenimiento y resto de servicios posventa.

Recomendaciones y prevención

Existen, además, factores de riesgo a tener en cuenta a parte de la edad. La exposición urbana en zonas de contaminación acústica, el contacto prolongado con ruidos fuertes y ciertas enfermedades crónicas.

Por ello, se ha demostrado que es importante hacerse una revisión anual ya desde los cincuenta años en adelante. Estas audiometrías son gratuitas en cualquier centro auditivo y pueden prevenir problemas que pueden no estar asociados solamente por la edad.

Pero, ¿Cuáles son las señales de alerta más comunes que indiquen que podemos estar sufriendo pérdida auditiva?

  • Subir el volumen de la tele, radio o teléfono más de lo habitual.
  • Dificultad para seguir conversaciones grupales, especialmente en lugares con ruido de fondo.
  • Pedir con frecuencia que los demás repitan lo que dicen.
  • Sensación de que las personas murmuran o hablan poco claro.
  • Problemas para oír sonidos agudos.
  • Fatiga o cansancio tras mantener conversaciones largas.
  • Aislamiento social progresivo.

Detectar a tiempo cualquier alteración, acudir a revisiones periódicas y adoptar hábitos preventivos frente al ruido o enfermedades asociadas permite no solo preservar la capacidad de comunicación, sino también prevenir consecuencias emocionales y cognitivas vinculadas a la pérdida de audición.

La prevención es, sin duda, la mejor herramienta para proteger nuestro bienestar en esta etapa de la vida, ayudando a garantizar un envejecimiento activo, autónomo y de calidad.

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